En plena crisis europea, política y económica, la música puede ser prácticamente lo único que mantenga unido al Viejo Continente en estos difíciles momentos. No amansará los mercados, pero puede distraernos por unos días.
En este contexto se celebra la 57 edición del Festival de la Canción de Eurovisión 2012, que contará con la participación de 41 países. La final, el 26 de mayo en Baku, Azerbaiyán, un país novato en el certamen, al que llegó en 2008. Junto a él, otros cuarenta pugnarán por hacerse con la corona europea de la canción. España intentará hacer olvidar los últimos estrepitosos fracasos yendo a lo 'seguro': el flamenco-pop de Pastora Soler. Sevillana de Coria del Río, la encargada de tan pírrico intento es famosa por combinar copla,flamenco y canción española con sonidos pop. Cuenta con una larga trayectoria de 15 años y avalada por numerosos premios.
Si bien su carrera comenzó ligada al flamenco, su incursión en el pop gracias a Dámelo ya la catapultó al éxito. Corazón congelado siguió la misma línea, dando un paso más con Deseo, donde, además del pop, Pastora apostó por sonidos más cercanos al dance. Entre sus influencias, Joan Manuel Serrat, Alejandro Sanz, Ana Belén, Céline Dion o Barbra Streisand. Aunque no se lo había planteado, porque tampoco lo necesita para relanzar su sólida carrera, Pastora Soler acude a la cita eurovisiva con la sensación de enfrentarse a un arma de doble filo. Eso sí, el anuncio le ha hecho sentirse muy "contenta, emocionada e ilusionada" ante este homenaje a la música con mayúsculas.
Del tema que defenderá poco se sabe, tan sólo que la canción elegida no será copla. Su mayor temor: que no le den ni un punto, algo que, viendo su currículum, no entra, en principio, en las previsiones. Una sólida carrera profesional, la suya, como receta "para evitar los bochornosos resultados de los últimos años", según la organización, y en la que se combinan estilos tan dispares como la copla, el bolero y la balada, el flamenco y la bossa o el pop y el dance. No será muy complicado superar el antepenúltimo puesto de la gallega Lucía Pérez.
De momento, no habrá que competir contra República Checa o Polonia, que se descuelgan por los malos resultados cosechados en la anterior edición, ni Andorra o Mónaco, que no acudirán por problemas económicos para financiar su participación en Eurovisión. Efectiva y definitivamente, no, es posible que la música no amanse a las fieras.
