El piloto italiano de Honda
Marco Simoncelli fallecía el 23 de octubre de 2011 tras un brutal impacto en el transcurso de la segunda vuelta del
Gran Premio de Malasia de MotoGP, que se disputaba en el circuito de Sepang.
Supersic afrontaba una curva de derechas, la número once, cuando perdió el control de su Honda. Tras perder una rueda, se salió, cayó y perdió el casco antes de cruzar el asfalto a lo ancho de la pista. A merced de su suerte, quedó en medio de la trayectoria de la Yamaha de
Collin Edwards y de la moto de su compatriota e ídolo
Valentino Rossi, que no pudieron evitar arrollarle.
En los días siguientes, cientos de seguidores se despidieron de él en la capilla ardiente instalada en el teatro de Coriano, un pueblecito de apenas diez mil habitantes que recibió a miles de personas en dos días de peregrinación para decir adiós a
Sic. Con su sinceridad e inocencia se había ganado a cientos de seguidores.
Pero la vida ha seguido, y el motociclismo, también. Un año después, la caravana del Mundial vuelve a un lugar maldito, donde, sin duda, lo que menos importa es que el español
Dani Pedrosa haya sido el más rápido en la primera jornada de los entrenamientos libres o que exista la muy certera posibilidad de que se decidan aquí los tres títulos en juego esta temporada. La cita de Sepang estará marcada por un único protagonista: el recuerdo a
Simoncelli, cuyo dorsal no volverá a ser utilizado en el campeonato.
El mundo del motociclismo le ha rendido un homenaje a
Marco colocando una placa de bronce en la última curva de su vida, donde permanecerá siempre con la leyenda
«58. Sic sempre nel cuore» y firmada por todos los pilotos y amigos del joven corredor.
Además, el mejor novato de la categoría de MotoGP recibirá cada año el premio
‘Marco Simoncelli novato del año’, según ha anunciado el jefe del circuito internacional de Sepang,
Razlan Razali.
En el acto le acompañaban
Fausto Gresini, director de Moto GP Honda Gresini, el último jefe de
Sic, que no podía contener las lágrimas al recordar al piloto, y compañeros como
Andrea Dovizioso o su rival más directo,
Héctor Barberá. También un emocionado
Álvaro Bautista, que heredó su Honda y, por supuesto, su amigo
Rossi, cuya moto se cruzó en su destino para arrebatarle la vida.
